Es intenso, emotivo y directo. Antonio Alberto Bastos Pimparel. ¿No le dice nada el nombre? Será porque, ya a los siete años, un entrenador rebautizó al extremo simplemente como Beto. Y sí, extremo. En esa posición empezó el hoy portero del Sevilla y de la selección de
Portugal. Pero le faltaba velocidad (“estaba gordito”, explica sin complejos), así que lo movieron al arco. Y allí se quedó.
Desde el principio, su camino en el fútbol ha sido difícil. “Nunca he tenido muchos padrinos. Lo que he logrado ha sido todo fruto de mi esfuerzo”, explica.
Criado en la cantera del Sporting de Lisboa, un duro peregrinaje por la segunda división portuguesa le hizo plantearse abandonar. La firma con el Porto, terriblemente amargada por la muerte de su padre, le hizo más fuerte, y en 2014 recogió los frutos de muchos sacrificios. De las lágrimas de alegría al ser héroe en la conquista de la Liga Europa de la UEFA con el Sevilla ante el Benfica en los penales, a las lágrimas de amargura al lesionarse en el, prematuramente, último partido de
Portugal en la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014™.
Mientras se recupera de una lesión muscular, el arquero de 32 años habla de todo en exclusiva conFIFA.com.
¿Con qué ambiciones arranca la Liga el Sevilla?
Trabajar y repetir lo que se hizo la temporada pasada. A pesar de las bajas, nadie es insustituible. Tenemos jugadores jóvenes de mucha calidad, como Denis Suárez y Gerard Deulofeu, con ganas de explotar, y eso nos da esperanza de que se va a hacer algo bueno.
Ha sido un año intenso en emociones. Le hemos visto llorar por diversos motivos… En la final de Turín de alegría, ¿cuántas veces ha visto ese partido?
¡Un montón de veces! Fue la final más intensa de mi carrera. Poder ganarla y dedicarla a mi padre que fue un ejemplo para mí… fue un día memorable. Y feliz de ser parte de la historia del club. Y tuvo un sabor especial, claro, por ser contra un eterno rival para mí ya que jugué en Sporting y Porto...
La tanda de Turín, un penal en la final de la Copa de Portugal en 2011... ¿se considera un especialista?
No. Es cierto que en mi carrera, en todos los clubes en que he estado, he parado penales importantes. Pero creo que es un poco de suerte, de trabajo, y de estudio del rival.
Volvimos a verle llorar en Brasil 2014, pero esta vez de rabia. ¿Cómo fue el final de aquel partido con Ghana?
¡Fueron los tres minutos más difíciles de mi carrera! Me hice daño en el 80, pero aguanté para que no me cambiaran. Se me juntó un poco todo: la rabia de no poder seguir, sentir que no teníamos tiempo para revertir nuestra situación… fueron muchos sentimientos negativos que me hicieron explotar… acabé llorando porque veía que
Portugal se iba del mundial, que me había hecho daño, que no podía seguir, ¡y yo quería seguir como fuera, sin un brazo, sin una pierna!
Con el paso del tiempo, ¿cómo se analiza la caída prematura de Portugal?
Fue una gran decepción para el país y los jugadores. Llegamos con mucha ilusión, con mucha calidad en la plantilla ¡Tenemos al mejor del mundo! Los octavos eran el objetivo mínimo. Pero el primer partido
(ndlr: derrota ante Alemania por 4-0) nos dejó muchas marcas psicológicas. Fue una derrota demasiado pesada para una competición en la que no hay mucho margen de recuperación. Pero ya hay en marcha nuevos proyectos y el pasado queda para los museos.
¿Sigue la liga de su país?¿Cuáles son sus pronósticos?
La sigo todo lo que puedo, sobre todo los clubes por los que pasé. El favorito sigue siendo el Porto. El Sporting está creciendo y se acercará a Porto y Benfica, que son los que ha peleado en los últimos años.
La liga lusa se ha convertido en una entrada importante de jugadores sudamericanos que buscan un lugar en Europa…
Sí, es como una liga de prueba… Muchos clubes fuertes económicamente van a pescar ahí…
Portugal es un buen trampolín porque hay tres grandes clubes y la liga es competitiva. Aunque no tenga la proyección de las otras cinco grandes europeas, tiene calidad suficiente para ver si un jugador tiene calidad.
En la Supercopa de Europa vimos un sentido abrazo entre usted y Cristiano Ronaldo. ¿Cómo es su relación?
Estamos en contacto. Con Ronaldo la relación viene de muchos años. Nos conocimos cuando él llegó al Sporting de Lisboa, donde yo estaba. Nos une una fuerte amistad. Y nos picamos mucho durante un partido. En 90 minutos somos rivales, pero hay una rivalidad sana. Él quiere que yo lo haga bien. Yo quiero que él lo haga bien. Yo le exijo a él, él me exige a mí. Es una relación de respeto y admiración.
A los 19 años, se planteó dejar el fútbol. ¿Qué pasó y cómo cambió de idea?
Llevaba años creciendo en un grande como el Sporting, pero fui cedido al Casa Pia.Los clubes se pelearon y yo pagué por eso. No jugaba ni cobraba… Estaba lejos de la familia y fue duro. Al año siguiente no renové con el Sporting y me fui por decisión propia a segunda división. Deportivamente me fue bien, pero mi familia es humilde, yo necesitaba ser independiente económicamente, y en 24 meses, cobré 6… Era una situación muy difícil.
Lo pensé mucho y me dije “me encanta esto, pero no llega mi oportunidad. Voy a volver a estudiar”. Buscaba otro futuro. Pero subimos de categoría con el Leixoes y la cosa empezó a mejorar.
Tuve la oportunidad de fichar por el Porto, pero el día de la firma murió mi padre. Sin embargo, pensé: "no voy a dejar de pelear por mi sueño". A partir de ahí todo empezó a salir bien.
La vida no se lo ha puesto fácil, ¿cómo supera las adversidades?
Es mi carácter, luchar por lo que quiero. Hay mucha gente a mi lado que sufre conmigo y no se merece que yo abandone. Por mi familia, por mi padre, por mi hijo, por mí… Lucho cada día.
¿Un sueño por cumplir?
Ser titular firme con
Portugal y conquistar un título con la selección.
¿Y qué enseñanza de vida le gustaría transmitirle a su hijo?
Siempre le digo que tiene que ser fuerte y valiente. La vida no es un mar en calma, tiene dificultades y obstáculos. Pero no debe darle la espalda a los problemas. Debe enfrentarlos, ser inteligente, exigente y tener ilusión. Debe saber que, para conseguir algo, hay que trabajar mucho. Pero nunca debe desistir de un sueño. Si luchas llegará un día en que, al menos uno de tus sueños, se cumplirá.
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